La frontera del infinito by Glenn Parrish

La frontera del infinito by Glenn Parrish

autor:Glenn Parrish [Parrish, Glenn]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1983-02-02T00:00:00+00:00


CAPÍTULO VIII

Terphyx entró en la casa y miró a todas partes, sin encontrar a Carter. La voz del joven sonó repentinamente al otro lado de la sala.

—Estoy aquí, en el baño —gritó Carter.

Ella avanzó unos pasos y terminó de abrir la puerta del fondo. Carter estaba sentado en el suelo de una bañera, capaz de contener holgadamente una docena de personas. Terphyx le miró entre desconcertada y asustada.

—No acabo de entender lo que ha pasado —dijo—. Iban a ponerme ya la argolla de la esclavitud, y llegó una orden, diciendo que no era necesario y que debía venir aquí, precisamente a la casa de la jefa. ¿Qué ha pasado, Keith?

—Sencillamente, he conseguido que las erswas se pongan a tu lado para combatir a Borkos.

El recelo apareció bruscamente en el rostro de la muchacha.

—¿Qué le has dado a cambio? —preguntó.

—No le he dado lo que le he dicho te había dado a ti. Perdona, pero he tenido que recurrir a la mentira, para acabar de convencerla. Sin embargo, y si tienes un poco de paciencia, te lo contaré todo, para que salgas de dudas… ¿Quieres escucharme?

—Puedo bañarme mientras hablas —dijo ella.

—¡No lo hagas! —prohibió Carter.

Terphyx se levantó la túnica por encima de la cabeza y quedó solamente con un ceñidor de tela, que cubría sus senos, y unos pantaloncitos muy cortos en torno a las caderas. Luego saltó al interior de la bañera.

—¿Acaso creías que iba a desnudarme del todo? —rió.

—Eres una mujer muy hermosa —refunfuñó él.

Terphyx nadó suavemente y le besó en los labios.

—Lo sé —dijo ardientemente.

—Por favor, no…, no no…

Ella se quitó el resto de las prendas.

Abrazó a Carter con fuerza.

—Luego me lo contarás todo. Ahora…

El agua procedía de alguna fuente termal y estaba tibia, a la temperatura del cuerpo humano. Los dos parecían perder su peso y flotaron en un éxtasis que no parecía iba a tener fin.

* * *

—Ya lo sabes —dijo Carter algunas semanas más tarde—. Debes estar preparada para atacar en el momento en que recibas mi aviso.

—Atacaremos —prometió Ghenka.

—Si mi padre o algunos de sus servidores cometieron alguna injusticia con vosotras, yo estoy dispuesta a repararlas de la forma que desees —manifestó Terphyx—. Nada será igual en Skirron a partir de ahora.

Ghenka suspiró melancólicamente.

—Eso mismo pienso yo —repuso.

Carter contuvo una sonrisa. Los hombres sujetos a esclavitud, empezaban ya a tener conciencia de sus derechos y aunque no se negaban a trabajar, querían ser considerados como iguales a las erswas. Muchos de ellos podían ser entrenados para pelear. En cuanto a las esclavas, la gran mayoría había decidido quedarse en el pueblo de las amazonas, pero exigiendo se las considerase como sus iguales. La autoridad de Ghenka no era discutida, pero el sistema empezaba a dar claros síntomas de cambio.

Volaron hacia su nave en dos cometas, pilotadas por sendas amazonas. El aparato, situado en el fondo de una vaguada y oculto por ramajes, permanecía intacto.

—¿Y ahora? —dijo Carter, cuando ya estaban a bordo de la nave.

—Las erswas nos van a ayudar. Si conseguimos persuadir a los griqs habremos dado un paso importantísimo.



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